Tuesday, October 06, 2009

¡Partidos violan derechos humanos!

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
6-10-2009

¡Partidos violan derechos humanos!
http://www.voltairenet.org/article162394.html?var_mode=calcul

¿Qué ocurre cuando a un dirigente político, poco o nada simpático a
la cúpula de su movimiento, se le expulsa con obvia y escandalosa
burla al debido proceso, no se escuchan sus alegatos, se desoye el
clamor interno por democracia y, para colmo de males, los que aplican
la medida draconiana vacaron en la legitimidad de su mandato con
exceso y descaro? ¿son acaso las violaciones de derechos humanos en
los partidos cosa rara o insólita? ¡De ninguna manera! Por el
contrario son moneda corriente, frente a la cual, casi no hay
protesta, aparte de la esgrimida por los afectados. La conclusión es
inevitable: ¿los derechos humanos al interior de las colectividades
políticas son de segunda o tercera clase?

En Perú puede llover para arriba, entonces, como la expulsión
inverosímil, con prescindencia de cualquier testimonio del supuesto
responsable de inconductas, como es el caso de Luis Alberto Salgado en
el Apra, podría soliviantar masas a las que se teme, entonces, se
inventa otro recurso, igual de callejón, indigno pero eficaz: se niega
la militancia de cinco décadas a otro protagonista, Jesús Guzmán
Gallardo y se le niega cualquier ejercicio partidario. Ambas personas
tienen en común el pertenecer a la agrupación que otrora fuera
esperanza de los pobres del Perú y de cuyo supuesto soporte depende el
ejercicio gubernamental desde Palacio.

En los dos casos, la violación de sus derechos cívicos o ciudadanos,
es una constante criminal sobre la que no hay mayor enjuiciamiento en
los medios de comunicación. No se sabe si por falta de interés de
quienes tienen, también, en sus casas partidarias, iguales o peores
sucesos o porque en el país, el interés por la política partidaria ha
llegado a niveles de repugnancia. No obstante, el aplastamiento de los
derechos de ambos ciudadanos es real.

Entonces ¿deben las sociedades dejar al libre albedrío o manipulación
intestina de las cúpulas políticas, la administración de justicia? No
caeríamos en yerro si dijéramos que para algunas pandillas, la
justicia equivale a las palizas a que son sometidos los disidentes, a
la amenaza de que son víctimas aquellos o a la fábrica mañosa que
abogados delincuentes construyen para no dar salida sino dilaciones a
los problemas de esta naturaleza. Pretender que estos temas son
privativos o exclusivos de partido, es como dejar que en nombre de la
filiación, un mal padre flagele a sus hijos a título de la
circunstancia genética. Con el riesgo de muerte o mutilación
inminentes.

El periodismo aborda circunstancialmente el intríngulis, sólo gracias
a versiones de parte y casi nunca merced a la imparcialidad objetiva.
En buena cuenta sólo se lee, oye o ve, lo que impulsan quienes trazan
la agenda de lo que debe leerse, oírse o verse. El envilecimiento es
obvio y la mentira persistente como corruptora.

En Perú, como en otras partes del mundo, el movimiento de protección y
resguardo de los derechos humanos se ha ejercido no siempre bien. Para
algunos, estos derechos son violados sólo cuando el policía o el
agente actúa enclaustrando la amplitud de los derechos humanos a
vulgares episodios de carcelería. De lo leído puede colegirse que los
derechos al debido proceso, a la defensa, a la opinión y discrepancia,
han sido lesionados.

Si los derechos humanos son violados por los partidos políticos y las
víctimas son los dirigentes que no son afines o simpáticos o anuentes
al pensamiento de las cúpulas dirigentes
¿qué debe hacerse? Muchas cosas, una de las cuales es prescindir de la
supuesta extraterritorialidad de las colectividades en nombre de su
antiguedad o estatuto interno. Además, las sociedades deben aceptar
que esto ocurre merced a las evidencias que se dan a conocer, más aún,
como en caso reciente, el tema ha sido llevado ante los tribunales
cuyo fallo deberán respetar tirios y troyanos, aunque eso es harina de
otro costal y sobre lo que podrían armarse polémicas múltiples.

El estudio de este fenómeno demanda ser acometido por institutos
sociales o –difícil, pero muy significativo- por los mismos partidos
o, al menos, grupos de avanzada al interior de ellos. ¿Qué esperamos,
la autocracia más fétida en nombre de la sagrada democracia que
seguirían violando a cada instante?

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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